domingo, 19 de abril de 2020

San Roque y los extorsionistas de La Concepción

Algo bueno que dejó la cuarentena en esta Semana Santa es que, si se hubiera llenado el pueblo de visitantes y distracciones sociales, con la bulla de la corraleja, hubiera sido difícil, en circunstancias normales, develar la primera cara conocida de una peligrosa banda de extorsionistas como ocurrió la noche del viernes santo en La Concepción, al otro lado de la ciénaga plateada por la luna.

Quizá haya sido sobre esa plaga criminal que San Roque haya obrado su primera labor, un día después, que lo pasearan sereno por las calles de Las Flores. Según las fuentes directas que participaron en la retención del sospechoso de pertenecer al grupo ilegal este no dio nunca pretextos válidos, ni creíbles. Dijo estar perdido bajo la claridad de la luna en un paraje de la ciénaga despejado y que es muy conocido para cualquier florano. Dijo que venía de San Marcos en su moto cuando era día feriado y no podía haber oficinas públicas o de comercios abiertos, ni mucho menos era permitido la movilidad dada las restricciones de la cuarentena contra la pandemia. Dijo estar borracho, pero no sintieron el efecto del alcohol ni en su aliento ni en sus palabras. Nada más podía explicar allí su presencia, en ese justo momento, cuando otros sujetos sospechosos motorizados intimidaban a una pareja de campesinos para exigirles dinero, como lo venían haciendo desde el verano de 2019.
Su complicidad, que supone un concierto previo, quedo en evidencia cuando afirmó haber visto otros merodeadores, pero no quiso decir quiénes eran. Que al final, atando cabos, resultaron ser residentes de Las Flores.
En pueblo pequeño es cuestión de tiempo para que se desenrede el ovillo de la verdad. ELLOS SABEN QUE TODOS YA LO SABEMOS. Es vox populi quiénes son los demás implicados, que fueron vistos salir en la tarde del viernes santo por el retén  a la entrada del pueblo. Aunque por lo pronto el bandido desenmascarado, que se le conoce como el extorsionista de La Concepción, camina libre por las calles cargando con la sanción social, por vergüenza, si aún les queda, él y todos sus compinches deberían irse del pueblo por unos buenos años, porque Las Flores no puede ser nido de delincuencia organizada como lo son otros pueblos aledaños.
La Policía ya lo sabe, pero judicialmente es poco lo que se puede hacer ya que dejaron en libertad al sorprendido en el mismo lugar de los hechos, porque los familiares de la víctima no supieron que hacer con él en justa ley, o porque quizá imaginaran que requerían de una prueba irrebatible cuando en realidad ellos mismos eran las pruebas.