sábado, 24 de septiembre de 2022

Las Flores bajo el agua. Inundaciones, política y literatura.

Las Flores bajo el agua. Inundaciones, política y literatura. Hace más de 4 meses que las aguas de la ciénaga vienen reptando por las calles del pueblo. Después de la semana santa han avanzado lentamente, pero no tan lentas como la reacción de las autoridades locales, la alcaldía y la gobernación. Decir que el gobernador y el alcalde se han movido a paso de tortuga para conjurar la calamidad de la inundación sería un elogio. El gobernador “eltorolimpio” estuvo en san marcos Apenas ayer 19 de julio, el hombre que sueña con contratar con los dos billones y medios que el gobierno tocineto inepto como indiferente ha dispuesto, pero que corren el riesgo de escurrirse en ese retrete de al corrupción que llaman La Mojana, en la que se han perdido ya miles de millones de pesos. Las aguas del cielo y de la ciénaga han marcado una tregua, que traducen una esperanza en el ánimo abatido de los damnificados. Pero como toda tregua trae el riesgo de que cobre impulso las fuerzas fluviales. Es evidente desde hace dos semanas que baja la inundación, lo que no ha sido evidente es el socorro que deben prestar la alcaldía de San Marcos y la gobernación de Sucre. El sedimento de lodo de la ciénaga en retroceso, retostado por el sol, se convertirá en el molesto polvo. Recuerdo el pasaje del escritor Manuel Zapata Olivella: “Los ranchos emergen de las inundaciones con sus horcones enlodados y sus dueños palpan nuevamente el piso de sus casas, los callejones y caminos sumergidos hasta entonces.” Pero advirtiendo: “Bien alto, los buitres trazan círculos invocando nuevamente las aguas.” No hay planeación ni previsión en las administraciones locales. Desde principios de marzo en que se hizo evidente que la UNGRD por corrupción no cerraría el chorro en Cara de Gato, el alcalde y el gobernador sabían que se repetiría la inundación que se dio a finales del año pasado. Pero la desidia puede más. La actitud y conducta de estos mandatarios se parece mucho a la que relata Gabriel García Márquez cuando Macondo fue afectado por el diluvio. “Desde que empezó la lluvia, Petra Cotes no había hecho más que desembarazar su patio de animales muertos. En las primeras semanas le mandó recados a Aureliano Segundo para que tomara providencias urgentes, y él había contestado que no había prisa, que la situación no era alarmante, que ya se pensaría en algo cuando escampara.” Petra Cotes sería el Pueblo que ve con impotencia como se dañan y se pierden sus pocas posesiones, y Aureliano Segundo el indiferente mandatario elegido popularmente. Así es, elegidos popularmente, como popularmente ausentes después de juramentarse. Popularmente ausentes, popularmente solicitados en estas horas de infortunio, pero ya no responden, dejaron de ser atentos porque solo les resta un año y seis meses. Exhortamos a los damnificados, en este día especial, a ser patriotas aun en la adversidad, a mantener la dignidad aun en la necesidad. Quiere decir esto que el día que asomen sus narices el burgomaestre no reciban con un gracias la cajita repleta de víveres de mala calidad que llaman ayuda humanitaria, porque ya bastante nos ha costado del erario. No hay que caer en la trampa del clientelismo al que siempre recurren. Hay que pasar de la indignidad a la indignación, porque tratan a los damnificados como limosneros o muertos de hambre, cuando realmente somos las víctimas de la incapacidad de la dirigencia política. Eso pasa primero por entender que esta inundación no es por causas naturales sino por la corrupción que no permitió cerrar el flujo de aguas que viene del río Cauca. Que derivados de esto tenemos Derecho a no sufrir incomodidades, peligros y enfermedades, tenemos derecho a no estar obligados a salir de nuestras viviendas. Que una miserable caja de víveres no compensa todos los perjuicios y daños soportados hasta ahora, que eso no anule nuestra capacidad de tomar conciencia de cambio. Qué No somos indigente esperando a ver que nos regalan, que somos sujetos de derecho que solo esperamos que actúen para evitar inundaciones evitables como esta. Porque si así lo hacen pueden evitarle a la comunidad recibirles la comida rancia que contratan a precios exorbitantes.