Amalín de Hazbún, la Aguja de Oro de Colombia, es el nombre de una diseñadora que vio la primera luz de sus días en el corregimiento de Las Flores. Por lo tanto es una diseñadora florana, aunque la verdad sea dicha, la misma comunidad de Las Flores parece tener poca conciencia de ello, solo un grupo de personas adultas tienen presente tal ocurrencia vital. Pero la cosa es de parte y parte, porque doquier se habla de Amalín se dice siempre que es de San Marcos, lo cual no es parcialmente cierto, como quiera que Las Flores, su cuna, es el corregimiento mayor de este municipio. Hace pocos meses en RCN se repitió tal aserción, y este blog se propuso en consecuencia despejar un poco más el asunto. Y no por dar pábulo a engreimientos comunales que en nada aprovechan al pueblo, ni mucho menos; porque tal parece como se dijo arriba se puede deducir la sentencia según la cual: Amalín olvidó a Las Flores y Las Flores olvidó a Amalín.
Y no es para menos, muchas décadas, alrededor de cinco, han pasado desde que la familia de la entonces pequeña Amalín, los Escaf, separó su suerte de Las Flores, columbrando los nubarrones del aislamiento que limitó –y limita aun- el progreso social a este pueblo. Esta familia de “turcos” o por mejor decir sirio-libaneses presenta una historia de migración y andanzas muy particular; geográficamente parece haber retrocedido o desandado en la ruta que los llevó a Las Flores como el punto más interno del continente, y en que San Marcos es un punto intermedio respecto de Las Flores y Barranquilla, por donde por primera vez entraron al país. Pero en este ir y regresar a Barranquilla han crecido económicamente y en prestigio. Bien visto resulta paradójico.
Este blog, después de hacer algunas indagaciones sociales, está en capacidad revelara algunos aspectos de los Escaf durante el tiempo en que habitaron el pueblo de Las Flores, que dejaremos para el final, para darle prelación al objeto central de este reportaje de rescate social.
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