SEMBLANZA DE UN BANDERILLERO FLORANO: JOGAPOLLO
SUS INICIOS
Su nombre era Manuel Peñate, apellido que le dío su madre; pero desde que siendo un pelao adolescente fue observado ahogando un pollo por diversión en el “puerto peñatero” de la ciénaga de Las Flores, su tierra natal, quedo indefectiblemente “bautizado” por Mane Salgado cuando le gritó de lejos: “ahogapollo”. A lo que el grupo de pelaos que se bañaban esa tarde en el puerto respondió en coro de vocerío con múltiples “ahogapollo, ahogapollo, ahogapollo” por ludibrio, consagrando aquel remoquete por el resto de su existencia.
La voz “ahogapollo” se fue generalizando en el pueblo de Las Flores de tal manera que a su vez se fue degenerando hasta quedar en un simple “jogapollo”.
Jogapollo, así le decíamos al adulto que se había convertido en torero los que apenas éramos unos niños, una generación de pequeñajos entre los que cundía de manera general un miedo a Jogapollo. Era como un coco, y peor porque era real. Con su fama de arrestado y de pelionero, se encargaba de hacer crecer su fama correteando a los niños en la calle que se los encontrara, solo para asustarlos y quitarles lo callejeros.
A la voz de “ahí viene jogapollo” todos salíamos corriendo despavoridos dejando tirados el trompo, el balón o las bolitas de cristal. Un miedo que no se sabe cuál fue su origen, ya que Manuel era una persona alegre y cordial en la comunidad florana.
SUS HAZAÑAS
Fueron muchas sus andanzas por todo el universo de las corralejas de la costa Caribe colombiana. Como banderillero mostró la precisión en el arte de poner las banderillas y la rapidez de sus piernas que le permitieron escarpar en muchas ocasiones de los pitones de los "mediacastas" más bravos. Su ligereza al correr disminuyó en mucho las cortadas que recibe normalmente un tauromano en su vida activa profesional. En el video se puede ver ésta cualidad, se puede ver como hace prosternar a el toro después de recibir sobre su teztus, como un rayo multicolor, un poderoso par de banderillas. También “jogapollo” se dio el lujo de acrecentar su fama en el panorama Caribe al banderillear al temible toro “rejuga`o” que fue llamado el siete (7) cajas por el largo listado de muertos que dejaba en cada corraleja a donde era llevado. El 7 cajas, como se ve en el video, era toro que entraba en la corraleja y empezaba a embestir a los "patos" de manera endemoniada, limpiaba el ruedo a punta de mortales cornadas.
(Video clip en que figura Manuel Peñate o "Jogapollo" banderillando temibles toros rejugados)
ORGANZADOR DE CORRALEJAS
No solo fue torero y banderillero; "Jogapollo" también incursionò en la organización de corralejas. Se recuerda que participó en la Junta de empresarios locales que organizó una corraleja en Las Flores algunos años ha. Aunque la mayoría de los toros los consiguió él con un afamado ganadero, de cuyo nombre no quiero acordarme; es cosa de ver que después de la fiesta se reunían los de la Junta en la vereda El Pajonal a espaldas de Jogapollo, al que le habían dicho que no hubo sino perdidas, mientras entre tragos y comilona se repartían las ganancias. Al enterarse de ello Jogapollo montó su moto y apareció súbitamente en el estadero El Pimiento de aquella vereda. Medio borrachos los de la Junta, del presidente hasta el fiscal, temblaron al ver al defraudado Jogapollo con una banderilla en la mano. Se cuenta que los junteros empresarios salieron huyendo despavoridos, dejando jirones de la ropa en los alambres de púas y “rejendiendo” monte cual venados.
EL TORERO COMO TRABABAJOR Y HEROE
Se estaba haciendo respetar el hombre, se decía en Las Flores, por aquella acción. Y es que como banderillero pertenecía al gremio de los más explotados de las corralejas. Toreros y banderilleros trabajan en las corralejas sin que se les cubra ningún riesgo, a pesar de que su actividad es de una peligrosidad única. La historia del torero es la de burlarse de la muerte. Y esto ha seducido a muchos siempre, desde poetas como Federico García Lorca, Rafael Alberti entre otros muchos, literatos, pintores y al mismo Pueblo que los cubre con la clámide del reconocimiento heroico y el respeto de los bravos. Son héroes populares en la costa Caribe, por su actitud estoica y el halo de gladiadores en el ruedo, pero infelices actores a los que hay que hacerles, oh ironía, “vaca” o colectas para sus cirugías y remedios.
EL FINAL
Muchos toreros han confesado preferir recibir al toro llamado Muerte con el capote, la manta o la banderilla en la mano y dentro de la corraleja; pero a Jogapollo le llegó de manos de un parrillero que transportaba en su labor de mototaxista después de retirarse silenciosamente de la tauromaquia. Un sicario le disparo por la espalda, mandado, según el decir popular, por un poderoso ganadero.
Autor: Helmer García Salgado ©
Autor: Helmer García Salgado ©