COMER HICOTEAS TIENE SU
CUENTO Y SU RIESGO.
(Ensayo
socio-jurídico)
1) Aspecto tradicional y
cultural
Se
acercan los días de la Semana Santa.
Este verano de 2013 en la Costa
Caribe será como el anterior muy fuerte, y en la depresión momposina las
ciénagas van cediendo rápidamente espacio al verdor que engalana la llanura cubriendo el fango emergente tras
la huida cíclica del paisaje léntico tras
los brillantes ataques caniculares, o como dicen en mi pueblo Las Flores, de los resisteros o
“resisterios” de sol.
Es
consuetudinario en esta época que las hicoteas
participen de las viandas más
exquisitas. La fiesta religiosa es no solo en Las Flores como pueblo caribe,
también en buena parte de la Costa, una fiesta para el paladar, pues como en
ninguna otra época del año el abanico
gastronómico se enriquece con platos reservados para la ocasión como lo son
el mote de palmito, los dulces de todo tipo de frutas o tubérculos, chichas de
maíz o de corozo, pescados y el guiso de hicoteas u otras tortugas.
Hay
ciertas cosas que aunque histórica y culturalmente disímiles llegan a un punto
de encajar perfectamente, y es lo que siempre me ha parecido maravilloso de
admirar y quiero poner a cuento en lo que se refiere a comer hicoteas (tortugas de agua dulce) en Semana Santa se trata entre las gentes
costeñas.
Que
empalme una tradición religiosa tan
inveterada como la Semana Santa con reglas
del comer medieval europeas por un lado, con la época del estío o verano en
el caribe colombiano, no es poca cosa el reflexionarlo.
Primero
traigamos a mentes que desde que la Europa
se hizo cristiana se tenía por
permitido consumir carne de reptiles
o peces los viernes de Cuaresma con
base en la diferenciación que hacían los doctos de la fe entre la carne
propiamente dicha y la carne de pescado/reptil, que por lo tanto era lícito
consumir muchos, aunque no todos, de ellos entre otros los cocodrilos y
tortugas.
Tenían
los galenos de la Edad Media la convicción
de que la carne de tortuga era algo
contraproducente si se consumía a medias,
aunque ha sido difícil establecer cuáles eran los extremos para calcular ese
punto. Podríamos suponer que el animal mismo, grande o pequeño, era la medida,
ante lo cual se impartía el comerlo todo
sin desecharle presa, o abstenerse de no comer el galápago.
Tan
era así que sobre esa antiquísima regla
médica levantó el aristócrata español Juan de Borja y Castro uno de sus emblemas o iconología para la promoción de las buenas
costumbres en su obra literaria conocida "Empresas Morales”. Borja
en su segundo discurso o empresa moral denominado Empresa de la Tortuga exhorta
a los gobernantes de su tiempo a ejecutar los planes siempre con grandeza ánimo y no a medias o con tibiezas, mejor frío o caliente:
“El tratar con flojedad y tibieza lo que cada
uno está obligado a hacer, es una fuente de donde no manan sino ruines sucesos.
(…) peor estado el del tibio que el
del frío, pues sin duda es mucho
peor, y de mayor inconveniente, el proceder floja y tibiamente en lo que se
emprende, que si del todo se dejase de hacer.”
Según
Borja en la Empresa de la Tortuga:
“se da a entender de nuestras acciones, que si
fueren hechas con calor y valor, serán de mucho provecho, y no dejarán de tener
muy buenos sucesos, y si por lo contrario con remisión y tibieza, dañarán.”
Tradiciones,
creencias y prejuicios sobre el género
de las tortugas hay muchos en la historia y sobre el orbe, pero sobre
comerlas ninguna como la anterior que recomienda hacerlo hasta el hartazgo.
Ahora
pasemos específicamente a las hicoteas,
especie de aquellas tan propias del continente América.
De
los indígenas que poblaban la costa atlántica colombiana, antes de la llegada
de los barbudos españoles, se sabe que eran muy buenos cazadores de tortugas, una de las carnes que junto a la del venado
tenían por mayor estima.
En
su obra Noticias Historial es el cronista español Fray Pedro Simón nos dejó sus
impresiones con respecto de los Zenues
que, aun en 1534, dominaban el territorio que hoy corresponde a los
departamentos de Córdoba y Sucre:
“Sus comidas eran las ordinarias de esta
tierra: maíz, yuca, batata, frisoles y otros,
que todo se da con abundancia por ser tierras calientes. También comían
aves, (…) comían los animales como higuanas,
que son figura de sierpes, que a no enmendar con su buen gusto mala catadura,
mas fueran de aborrecer que de estimar, puercos zahínos (…), guadartinajas, hicoteas, morrocoyes, tortugas,
mucha suerte de frutas… ”
Mucho
tiempo después, a mediados siglo XIX, cuando el científico francés Louis Striffleur decidió remontar las
vertientes del río Sinú primero, y el río San Jorge después, encontró que las
ciénagas de este especialmente en los recodos que lindaban con la tierra alta
entre San Marcos y Ayapel, donde se encuentra Las Flores, había copiosa
existencia de las hicoteas:
“En la parte superior de Las Flores, la misma cuesta se extiende formando profundas rinconadas en donde existen pequeños retiros. Muchas de esas ciénagas parciales, que comunican con la
grande por medio de caños, son también en verano teatro de grandes pesquerías y
recorridas por los cazadores de tortugas
de agua dulce, anfibio que se encuentra también en número prodigioso (…) la tortuga es poco tolerante y muerde con
furia el dedo que se pone a su alcance.”
Después
de contar como se usaba el incendio del pajonal seco para capturarlas dice:
“La destrucción
de este animal se opera en grande, y sin embargo su número no parece disminuir
sensiblemente, lo que prueba su fácil reproducción.”
La
misma rica impresión que tuvo el francés de la presencia que de estas criaturas misantrópicas se extendió
hasta muy pocas décadas, quizás hasta los finales de los años 70 en que se
empezó a evidenciar que su número empezaba a decaer ostensiblemente. Es decir
desde que empezó la cacería de las mismas con un fin comercial antes desconocido, en un otrora con ausencia de lucro de que dan fe los más viejos de las
comunidades.
Entonces
se empezaron a ver que desde los primeros días de enero cuadrillas
de foráneos venidos de las Sabanas, apertrechados con bastimento y todo lo
necesarios, entraban en camiones pequeños por los caminos ganaderos para
asaltar la riqueza fáunica de las
tierras bajas o playones.
A
los ojos de los moradores de estas ciénagas aquello era una intromisión en los espacios sociales de supervivencia que no estaba bien visto. Nada decían o se
quejaban porque no tenían con quien denunciar a los saqueadores. El asunto no tenía entonces relevancia legal o
importancia política que luego adquirió. Que se sepa nunca se presentaron
enfrentamientos por el usufructo del recurso natural. En cierto modo la trashumancia del ganado desde hacía más
de un siglo había allanado la familiaridad
entre sabaneros y ríanos, de hecho ya había una anfibia composición humana. De tal manera que los locales también entraron
a competirle en la misma materia, empezaron a capturar más piezas de las que necesitaban. Superproducción que tenía destino en
los municipios medianos como Sahagún o Corozal, o capitales como Sincelejo,
Cartagena y Barranquilla.
2) Aspecto legal y
criminológico
Hoy
la legislación está al día en asunto
de protección a la fauna, y se diría
que hasta excesivamente, puesto como es común en el estado colombiano se le
apuesta menos a la prevención y concienciación, apostándole más a las
sanciones, específicamente penales, tanto que se ha generado el riesgo de
convertir a quienes han vivido tradicionalmente de alimentarse sosteniblemente
de la fauna en meros delincuentes, en delincuentes
famélicos como le explicare más adelante.
Durante
los últimos 10 años se ha hecho muy común en la temporada de verano leer titulares en el periódico regional que dan cuenta de las personas capturadas y
procesadas judicialmente por el delito de ilícito
aprovechamiento de los recursos naturales.
Solo
este año se lee en El Meridiano de Sucre los siguientes titulares:
Sábado,
26 Enero 2013
San Marcos. En la vía San Marcos-Majagual, a la
altura del puente Guayepo, la Policía detuvo a Deivi José Rivera López, oriundo
de Sahagún (Córdoba), porque se le encontraron en su poder 13 hicoteas. Rivera se movilizaba
en una moto honda de placa UDD-142. Quedó a disposición de la Fiscalía por el
delito de ilícito aprovechamiento de los recursos naturales.
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Pillados
con hicoteas
Jueves,
24 Enero 2013
San Marcos. Erym Márquez Alián, de 27 años;
Karen Gómez Prasca, de 22; Víctor Valerio Rodiño, de 26 años, y Pablo Arrieta
Vitola, de 42, fueron detenidos por la Policía en la vía que de San Marcos
conduce a Majagual transportando 20
hicoteas. Quedaron a disposición de la Fiscalía por el delito de ilícito
aprovechamiento de los recursos naturales.
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Capturado
con hicoteas
Jueves,
31 Enero 2013
Corozal. En el barrio Cartagena de Indias, la
Policía capturó en flagrancia a Donis Arrieta Canchila, oriundo de Betulia, ya
que, al parecer, tenía en su poder un costal con 6 hicoteas. Arrieta quedó a disposición de la autoridad competente
por aprovechamiento ilícito de los recursos naturales.
Categoría:
Judicial
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Capturados
con hicoteas
Sábado,
02 Febrero 2013
Los Palmitos. En el sector El Bongo la Policía
capturó a Helson José Mercado Montesino, de 28 años, natural y residente en San
Pedro, cuando transportaba en un bus
intermunicipal 50 hicoteas.
Por
otra parte, fueron capturados Breilis Acuña Ochoa, de 31 años, y Henry Enrique
Acuña Mejía, de 34, cuando se movilizaban
en una moto bajaj platino de placa YUF-17C en la que transportaban 5 mil huevos
de iguana.
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'No
a la cacería de iguanas'
Martes,
05 Febrero 2013 04:03
Ovejas. Una campaña denominada "No a la
cacería de iguanas" adelanta la Defensa Civil de esta localidad a través
de charlas dirigidas especialmente a los jóvenes. Volantes, afiches, mensajes
radiales y en redes sociales hacen parte de la actividad. Argelfrando Teherán
Rivas, miembro del organismo de socorro, explicó que se busca concientizar a
los jóvenes para que no practiquen la cacería indiscriminada de estos animales
y así conservar la especie que está amenazada.
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Policía
se incautó de hicoteas
Martes,
19 Febrero 2013
Los Palmitos. En el barrio Chingalé la Policía
capturó en flagrancia a Eligio Almanza Jiménez, de 41 años, y a José Luis
González, de la misma edad, cuando transportaban
en el baúl del vehículo 240 hicoteas vivas
que llevaban en 6 bultos. A los capturados los dejaron a disposición de la
Fiscalía de Corozal por el delito de ilícito aprovechamiento de recursos
naturales renovables. Las hicoteas quedaron disposición de Carsucre.
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Policía
decomisó 87 hicoteas
Miércoles,
20 Febrero 2013
Los Palmitos. La Policía capturó antier en la vía
al corregimiento de Sabanas de Pedro a Luis Gómez Estrada, de 22 años, y a
Rafael Ochoa, de 42, cuando transportaban en dos motocicletas 87 hicoteas vivas avaluadas en 2 millones 600 mil pesos. A los
capturados los dejaron a disposición de la Fiscalía de Corozal.
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Transportaban
hicoteas
Miércoles,
06 Marzo 2013
Caimito. En el corregimiento Nueva Estación
la Policía se incautó de 146 hicoteas
que eran transportadas en 3 costales. Cabe recordar que la captura y
comercialización de esta especie está prohibida. Por este hecho se detuvo a
Alberto Simón Vergara, Edwin Manuel Cumplido Gamarra y Fredy Alberto Díaz
Cordero, todos de Chinú (Córdoba).
Como
se ve es alarmante las dimensiones del comercio ilícito de la especie que
además sirvió para caracterizar los rasgos
colectivos de los vernáculos de la región del San Jorge y la Mojana, descritos
como el Hombre-Hicotea por el sociólogo
Orlando Fals Borda en su Historia
Doble de la Costa Tomo III.
Muchos
de esos casos no admiten duda sobre
su idoneidad para producir el resultado
lesivo al bien jurídico protegido y seguramente serán sancionados
fácilmente por los jueces penales teniendo en cuenta la cantidad de capturas y puesto
que la conducta punible se
desarrolló a través del transporte
como se explicará más adelante.
Pero
tampoco deja de preocupar que bajo esta figura se esté cometiendo injusticia con aquellos que tienen en
la caza de hicoteas una manera de
solventar un día alimentación, especialmente los días jueves y viernes de
Semana Santa. Es decir en casos donde no
hay una intención de comerciar y lucrarse luego con estos acorazados animales.
Es
sabido que estamos en tiempos de masificación
del consumo, por lo que la vía primordial de poner en peligro de extinción
los recursos naturales es abriéndoles nicho en el comercio, de allí que se persiga penalmente la comercialización de
las especies. Pero en esto las altas esferas en la Capital donde se cuecen las leyes han ampliado la severidad penal sin consultar las
realidades socio-económicas de las comunidades locales ni la opinión de los
provincianos.
Tenemos
que el delito de ilícito
aprovechamiento de los recursos naturales es de vieja data; para no volver
demasiado en el pasado jurídico bástenos señalar que en el Código Penal de 1980 o Decreto Ley 100 del 23 de enero del mismo
calendario estaba configurado en el
artículo 242, que originalmente era del siguiente tenor:
“Articulo 242. Ilícito
aprovechamiento de recursos naturales. El que ilícitamente explote, transporte,
comercie o se beneficie de los recursos fáunicos, forestales, mineros o
hidrobiológicos del país en cuantía superior a cien mil pesos, incurrirá en
prisión de seis (6) meses a tres (3) años y multa de cien mil a dos millones de
pesos.
La pena se aumentará
hasta en una tercera parte si la conducta anterior se realiza sobre especie en
vía de extinción o pone en peligro la conservación de las aguas.”
Posteriormente
modificado por el artículo 19 de la Ley
491 de 1999 con el texto siguiente:
“El que ilícitamente transporte,
comercie, aproveche, introduzca o se beneficie de recursos fáunicos,
forestales, florísticos, hidrobiológicos o genéticos de especie declarada
extinta, amenazada o en vía de extinción, incurrirá en prisión de tres a siete
años y multa de 50 a 300 salarios mínimos legales mensuales vigentes.”
Derogado
con la entrada en vigencia de la Ley 599
de 2000, actual Código Penal, que lo
reconfigura en su artículo 328.
Se
pueden hacer extensas e ingentes consideraciones sobre la variación del tipo penal, pero salta a la vista que el mismo se ha
ido ampliando paulatinamente con nuevos verbos
rectores, que aluden a acciones o conductas
de distinta consideración. Como se ve primero eran 4 verbos, para 1999 eran 5 verbos, un año después con el actual
código penal los verbos eran ya 7, a los cuales se le suman 3 verbos agregados
por la Ley 1453 de 2011.
Es
decir que ya son 10 los verbos que
señalan cuales acciones humanas están prohibidas cuando se trata del manejo de
los recursos naturales, o fáunicos ya que nos interesa en concreto el caso de
la captura de las hicoteas. Preciso
es aclarar que en puridad estos verbos son menos ya que hay términos que son equivalente como lo
son: comerciar y traficar, o aprovechar y beneficiar.
Siempre
se han mantenido los verbos transportar,
comerciar y beneficiar. Los dos primeros son bien significativos de los que se
buscaba penar, si además se entiende que el beneficio del que se habla es un beneficio económico asociado a las
actividades anteriores.
Con
la penalización del transporte del
recurso fáunico lo que se busca evidentemente es que no se saque el recurso fáunico (hicotea) de su medio ambiente, fuera del cual está naturalmente en peligro, así no se tenga incluso la
intención de comerciar con el mismo, ya que la intención posible sea la de
usarlo como mascota, pero en todo caso constituye un extrañamiento. De modo que es preciso el uso de un medio de transporte para incurrir en la
acción prohibida, porque además implica grandes desplazamientos y numerosa
cantidad de hicoteas por la capacidad de carga. Situaciones asociadas
evidentemente al comercio mismo.
No
se estaría sancionando al poblador local
de estos ecosistemas que suele capturar unas pocas piezas y las lleva a su casa
para proporcionarse sustento nutricio y a su familia de manera temporal, como
se dijo antes por rebusque o por tradición religiosa. Es decir no es punible como cacería de subsistencia.
Esta
puntual y bucólica situación se
empezó a complicar con la reforma de 2011 que introdujo los verbos apropiar, mantener y explorar que
pueden o no estar asociados a la actividad comercial ilegal, en lo cual radica
la complicación, además porque no hay desarrollos jurisprudenciales que les
pongan limites.
El
delito del artículo 328 emplea la palabra Apropiar
que en el contexto no es lo mismo que hurtar,
en tanto y en cuanto el hurto se establece para la defensa de la propiedad
privada, y la ley no admite la propiedad privada de los recursos naturales, los
cuales son inenajenables. Con Apropiar
pudiéramos recrear y a su vez entender que se trata de aquel nativo de la región cienaguera que se
dirige a los playones con su chuzo (vara con punta de metal) para capturar
algunas hicoteas, si es que cuenta con buena suerte para tropezar con una de
estas, ya que no siempre se logra.
Aun
así, la acción de capturar hicoteas aunque
fallida cae dentro del alcance del
verbo Explorar, que como se sabe se
entiende realizado con el solo escrutar de las cañadas o vegetación bajo la
cual se ocultan las hicoteas.
La
complicación es mucho mayor cuando el texto
penal se convierte en una telaraña
al remitirse al “incumplimiento de la normatividad
existente” para la protección de los recursos naturales que es numerosa y
dispersa, e incluye desde leyes
hasta decretos y resoluciones nacionales o regionales,
cuyo inventario ni siquiera está bien claro para los abogados.
Sería
completamente injusto exigirle a los campesinos
de la olvidada región momposina, donde los grados de escolaridad no mejoran,
exigirle el conocimiento de toda esa maraña
de normas jurídicas –mas espesas que los zapales- y de imponerle a secas el
inapelable precepto burgués que dice que “la
ignorancia de la ley no sirve de excusa” del artículo 9° del Código Civil.
Sería
injusto procesar como delincuente al buen
padre de familia que quiera llevar a sus hijos algo de comida, que en
verano atrapa una hicotea para no comerse “el
arroz solo”, si antes no se tiene en cuenta el último informe del DANE sobre la pobreza extrema y el bajo ingreso monetario de los habitantes de
Córdoba, Bolívar y Sucre, departamentos dentro de los seis más pobres del país.
Sería
injusto, que antes de que la Policía capture a un cazador no comerciante, no considerar que en los últimos años se
presentaron sucesivas y extraordinarias
inundaciones que han dañado cultivos y hortalizas a los pequeños
agricultores o ha sacado de sus viviendas a miles de familias.
De
manera que este delito del que
apenas hemos hecho una breve reflexión, pero lo bastante para demostrar que es
un castigo para los famélicos, un delito de clase como si no hubieran
suficientes, no consulta la moderación y la sostenibilidad cuando de consumir
recursos fáunicos se trata de manera no comercial, sino para el autoconsumo (el
pan coger). Ya decía el senador Jorge
Robledo: “la pobreza es uno de los principales factores del deterioro del medio
ambiente natural, en razón de que cuidarlo es un lujo insostenible. Y también lo deteriora convertir la codicia en el principal valor para
movilizar a los individuos,… tras la ganancia “todo vale”… raíz ideológica de
la globalización neoliberal.” (El TLC recoloniza a Colombia).
En
efecto la actual normatividad prescribe que no se requiere autorización para la
caza de subsistencia, o sea la que
sin ánimo de lucro tiene como objeto exclusivo proporcionar alimento a quien la
ejecuta y a su familia.
No
se defiende en nada la rapacidad de
los traficantes de las especies
fáunicas, pero si es muy cierto que es muy difícil lograr la defensa en
estrados de los que no llevan esa intención
con un tipo penal tan difuso que se
presta, como queda en evidencia, para toda suerte de subjetividades y trampas por
las autoridades encargadas de aplicarlo.
3) Aspecto de política
social y ambiental
No
hay que olvidar que hasta tanto se puedan crear fuentes de trabajo en actividades distintas a la pesca o la cacería tradicional, además con un mayor ingreso
per cápita en esta región, no se empezará a desincentivar la
explotación así sea de supervivencia de los recursos fáunicos o icticos. En
esto las Alcaldías, Concejos y Corporaciones Autónomas Regionales no han
logrado avances dignos de mostrar, y su acción más allá del burocratismo se
reduce tibiamente a charlas y la siembra de alevinos.
Conviene
que en la materia las Autoridades
Administrativas de una vez por todas apliquen la moraleja de la Empresa de la
Tortuga, porque por desidia y falta de políticas de empleo se está creando
el mal mayor por la vía de la represión que consiste en encarcelar por mínimo
cuatro años a la gente pobre.
Por:
Helmer García Salgado, natural de Las Flores.
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