Enmarcado por el meridiano
82 me propongo a describir el pesebre colombiano de este año 2012.
En la cueva del pirata Morgan (en San Andrés) una para-pareja política presiente los dolores del parto. La canciller Holguín como buena parturienta hace los preparativos, dice que todo estará bien, que todo se hará como Salomón lo haría.
El casto matrimonio, ha mucho que ha probado las U-vas del placer y la popularidad. Uribe y Santos, en el papel de María y José respectivamente. Este Uribe como la misma María, concibe sin pecar, de hecho fue en su gobierno de 8 años donde se gestó la perdida del mar colombiano y ha salido sin mancha del escándalo nacional. Preñado su Uribato de toda clase de delitos, seguramente no por la inmaculada paloma de la paz, sino por un águila negra.
Y claro
como olvidar a Santos, el pobre hombre pagando avergonzadamente, tal como José,
lo que no hizo personalmente, es el que pone la cara, como cualquier padre
putativo.
Ahí vemos al presidente de
Nicaragua, alegre y fresco como un bebé, asistido e iluminado por la Providencia
–jurídica y teológicamente entendida-, no por nada el ojo que todo lo ve,
encerrado en un triangulo, casualmente se parece al escudo de Nicaragua.
Prestos los reyes-jueces de oriente, del
oriente europeo, de La Haya para ser más exactos, se acercan con sus presentes,
traen en sus alforjas varias millas
cuadradas de mar con muchos peces, aguas, corales y minerales. Se destaca entre
todos Melchor, con su cabeza calva, leyendo el fallo de las buenas nuevas.
El rebaño colombiano no sabe
que hacer porque no ve ni entiende, al turno que las más mulares ideologías rebuznan desacatos a todo pulmón. Que vívido pesebre el colombiano.
Hélmer García S.
Hélmer García S.