Contrario a lo que dice el
impenitente y perorador Fernando Vallejo: “No
sé quién fue la madre Laura”, yo sí sé algo de ti oh Laura. Antes de que tu
nombre estuviera de moda, antes de tu beatificación, antes que tus estampitas
invadieran los atrios de las iglesias, leí tu voluminosa autobiografía, pero no
por misticismo, si es que así lo piensas,
no, lo hice tratando de seguir la senda bibliográfica trazada por Orlando
Fals Borda, maestro del método IAP.
Antes que nada, quiero
resaltar tus dotes con la pluma, en lo que coincido con tu paisano Pascual Gaviria. Tu lectura es fluida y
agradable, y no oculta tu psicología y pensamientos como más adelante veremos. Es mas, hay un frase desde el inicio de este blog que es tuya, me pareció poética sobre lo pintoresco que se ven los pueblos de ciénaga arropados de arboles y sobrevolados por "aves hermosisimas".
Coincido con Vallejo en que tu santificación es el
resultado de un afán de detener el avance de las taifas lucrativas del protestantismos
en Colombia, de las iglesias de garaje, que nacen doquier la sombra del monopolio vaticano es tenue
o inexistente, mutatis mutandis lo que en la economía y en la educación de este país.
Para Antonio Caballero es propaganda
vaticana.
Tus esfuerzos por ganar
los eriales para el catolicismos han sido recompensados, oh gran servidora de la
cruz, como lo hicisteis en Urabá o en el bajo rio San Jorge; regiones que
coincidencia aparte también he transitado. Eso me hace memorar un pasaje que
cuenta te dirigías a Ayapel en c. 1918, que engañaste a un propagandista
que viajaba en la misma lancha que vos y provenía de Barranquilla con periódicos y papeles que juzgasteis
espiritistas. Simulasteis que le ayudarías a repartirlos en otras comunidades,
y a pesar de que visteis “una relación bastante
interesante de la región” en sentido socio económico, los arrojastes al
agua en tanto pudisteis. Mucho tiempo después, el hoy procurador Ordoñez, también hizo lo propio esta vez con fuego en la Bucaramanga
de los años 70.
Pocos años antes un impostado profeta Enoc estaba escribiendo una
leyenda de milagros y vaticinios, y sin saberlo dijisteis sentenciosa “si la religión católica no toma posesión
pronto, lo hará el espiritismo o peor los luteranos”. Y allí se obró tu primer milagro administrativo, llegó en los años veinte la Misión de Burgos que levantó, en un
opus, iglesias en todas las municipalidades del sur de Sucre.
Te impresionasteis con la
desmantelada nave de la iglesia de
Ayapel y la ignorancia de las oraciones, ni aun entre las "matronas opulentas" se sabía rezar por entonces. Si a los ayapelenses
vieras hoy, acechados por
las inclementes y morbosas inundaciones, abandonados a su suerte, desde hace
años, por la masonería neoliberal
que comanda exclusivamente el gobierno nacional. Por ejemplo, allí donde los ves, Santos y Uribe, así no se gusten, idólatras
de la inversión extranjera, son de la misma laya.
Ayúdalos!!! Ayuda a los ayapelanos, a los flóranos, y a la
Mojana en general. Ahora que el papa Francisco te ha delegado un inmenso poder,
con tu inmaculada mano cierra las bocas
o chorros del Cauca y el San Jorge, ya que no han podido los políticos contando
con grandes maquinas y millardos de millones de pesos en recientes anualidades.
Hazle ver al descreído de Antonio Caballero, que dice que hoy los
milagros se apoyan en inexplicables casos médicos de uno que otro paciente
resignado entre paredes, que todavía hay lugar para milagros extraordinarios y
visibles de beneficio para la comunidad. Tal según cuentas hiciste llover, tras una oración, sobre una comunidad indígena que se acercó a ti en queja por el verano y diciendo "tu dios malo".
Cuando bajabas el San Jorge recuerdas el hambre que padecisteis con tus correligionarias en la lanchita del comerciante Villacol, que contrario al encargo que le dio un hacendado antioqueño, sin más les daba raciones de café y arroz. Y que cuando atracaron en el caserío Los Zambos, su líder, una tal María, tan
“buena gente” te acogió hospitalariamente
y proveyó a las misioneras de carne, pescado y plátanos, y amonestó a Villacol,
y sin embargo la dibujasteis en tus paginas como una “bruja”.
Siempre describes a las gentes de
esa región como “paganos”, lo cual era, supongo, un autorefuerzo para tu cruzada.
Similares expresiones se ve entre los fanáticos evangélicos de hoy que llaman “mundanos”
a los que están fuera de sus rediles.
A si mismo describes mucho a los
grupos sociales por el color de su piel,
a los indios de Dabeiba por ejemplo, a los mulatos de Cáceres, Mochajagua o
Ayapel, o los “negros indolentes” de
Uré y San Benito Abad por su “carencia de
fe y civilización”.
Cómo cambian los tiempos. Hoy
un fallo de la Corte Constitucional
te prohibiría entrar a los territorios indígenas e instalar misiones porque se
les ha reconocido como civilización y dado valor a sus tradiciones.
Defendisteis a los indios de Dabeiba de los gamonales que,
como hoy, buscan arrebatarle sus tierras y su fuerza de trabajo, pero a su vez
los tratabas misericordiosamente como seres
inferiores.
Nada único si tenemos en
cuenta los fallidos intentos de la Iglesia por domar a los arhuacos en 1918, que resultaron en los años 50 en un proyecto nazi del Vicariato
Apostólico de La Goajira, para cruzarlos con otras tribus, como lo cuenta el
investigador Uriel Ariza-Urbina.
Rogatorio
a la paz y la pulcritud
Hago rogativas para que fustigues
la corrupción administrativa que
azota a las municipalidades por donde un día trasegaste, o mejor, corrijo, por
donde transitaste. Trasegar es un
verbo mal usado en Antioquia, así como le llaman parva al pan.
Es del caso recordar que a
la autoridad civil de Dabeiba la fustigasteis
por su dejadez en permitir que la plaza
se usara como corral para guardar vacas y otros animales, con todo el
atentado para la salubridad pública
que le hiciste ver, aquello significaba.
Debes estar enterada las
cosas peores, pecados sociales, en
que incurren los instrumentales alcaldes
de la frontera antioqueño-cordobesa. Haz caer tu rosario ardiente sobre las sociedades mineras y las estructuras
armadas (Bacrim), que dominan esas amplias latitudes por medio de los alcaldes.
Redime el biodiverso Nudo del Paramillo,
otrora campo de tus bienaventuranzas, altura natural trocada, en
los ochentas y noventas, en la temida guarida, desde la cual el diabólico Castaño (héroe de Fernando Londoño) podía ordenar y observar todas las
masacres en el país. No permitas que el maestro envigadeño Fernando González se salga con las suyas, cuando descubrió a campo
traviesa de las montañas y dijo: “Colombia es el país del
Diablo. Porque aquí se cree más en él y se le teme y ejerce oficio
trascendental. Es el rey de los Andes. (…) El Diablo es el gamonal de los
pueblos antioqueños.”
Rogativa
ambiental.
Detén el azogue y el cianuro
que baja por los ríos San Jorge y Cauca. Por último, ilumina con el verde de su
partido al gobernador Fajardo, para que participe de la preocupación ambiental de los alcaldes del sur de Bolívar y la
Mojana, ya que Antioquia se queda
con las regalías de la extracción aurífera
y esas regiones con la contaminación y la sedimentación resultantes de la minería.
Autor. Helmer García Salgado